viernes, 14 de octubre de 2011

EL PERIODO LÍTICO FORMATIVO


EL PERÍODO LÍTICO Y FORMATIVO
RESUMEN:
Durante los comienzos el período lítico el hombre se dedicará básicamente a la caza y recolección indiscriminada, las herramientas líticas que manejan hacen de la caza una actividad de mucho riesgo, por ello, van en busca de animales en desventaja. Es así, que el primer peruano presenta una economía de subsistencia, consumo o simplemente parasitaria.

Las bandas constituyen la primera forma de organización humana, está compuesta por 30 ó 40 individuos liderados por el mejor cazador o el más experimentado. Al interior de la banda podemos distinguir una diferenciación sexual del trabajo ya que la mujer se dedicará a la recolección y el hombre a la caza. Las primeras bandas de cazadores y recolectores nómadas llegaron a los Andes peruanos unos 13 mil años a.C., ósea en los últimos tiempos del gélido periodo llamado Pleistoceno Tardío.

El arqueólogo Edward Lanning propone que estos mismos grupos ascendían a los pisos ecológicos serranos para cazar y recolectar en los periodos de lluvia. Estos cazadores tenían sus itinerarios y seguían lo que Lanning denomina un modelo de “Trashumancia Estacional”.
Naturalmente, la facilidad con que se podían explotar los inagotables recursos que ofrecía el litoral marítimo aceleró el proceso de sedentarización de los nómades costeños, quienes de cazadores-recolectores de especies continentales se convirtieron, primeramente, en marisqueadores y cazadores de lobos marinos y luego en pescadores-horticultores que alternaban la instalación de sus campamentos entre el litoral y las cercanas lomas.
En el período Formativo, toda la iconografía religiosa que se desarrolló en las sociedades que construyeron los templos en "U", conocidas como las sociedades de Cupisnique en la costa del norte y la sierra norte, se condensa en una nueva tradición en los Andes Centrales produciendo un primer "horizonte estilístico". El centro principal para la irradiación de la iconografía religiosa del felino parece haber sido Chavín de Huantár, en la sierra central.
Formativo andino se caracteriza por el inicio del arte alfarero, de la orfebrería y el tejido a telar. También por la construcción de centros ceremoniales "en forma de U", la difusión del maíz y la ingeniería hidráulica.

PALABRAS CLAVES:
Cazadores, recolectores nómadas, Andes peruanos. Pleistoceno Tardío, Hombres Guitarreros, Holoceno, Bandas, endogámicas, cazadores indiferenciados, cazadores especializados, Trashumancia, sedentarización, división sexual del trabajo, Lauricocha, sedentarización, pescadores-horticultores, marisqueadores, pescadores-horticultores, viviendas, Intermedio Temprano, iconografía, Cultura Chavín, Centros ceremoniales.


SUMMARY:
During the early period lithic man was largely devoted to indiscriminate hunting and gathering, the stone tools that handle make the game a high risk activity, therefore, go in search of animals at a disadvantage. Thus, the first Peruvian has a subsistence economy, consumption, or simply parasitic.

The bands are the first form of human organization, is composed of 30 to 40 individuals led by the best or the most experienced hunter. Within the band we distinguish sexual differentiation of work and the woman will be devoted to gathering and hunting man. The first bands of nomadic hunters and gatherers came to the Peruvian Andes about 13 thousand years BC, marrow in the last days of the cold period called the Late Pleistocene.

The archaeologist Edward Lanning proposed that these same groups amounted to ecological mountain to hunt and gather in rainy periods. These hunters had their itineraries and followed what Lanning calls a model of "seasonal transhumance."
Naturally, the ease with which they could exploit the inexhaustible resources offered by the sea coast accelerated the process of sedentarization of nomads coast, those of hunter-gatherers became continental species, firstly, in marisqueadores and hunters of sea lions and then fisher-horticulturists who alternated the installation of their camps between the coast and the nearby hills.
In the Formative period, all the religious iconography that developed in the societies that built the temples in "U", known as Cupisnique companies in the north coast and the northern highlands, condenses into a new tradition in the Central Andes producing a first "horizon style". The main center for the irradiation of the religious iconography of the cat seems to have been Chavin, in the central highlands.
Andean Formative characterized by the onset of the art potter of jewelry and weaving loom. Also for the construction of ceremonial centers "U-shaped", the spread of maize and hydraulic engineering.

KEYWORDS:
Hunters, gatherers, Peruvian Andes. Late Pleistocene, Men Guitarreros, Holocene, Bands, inbred, hunters undifferentiated specialized hunters, Transhumance, sedentary lifestyle, sexual division of labor, Lauricocha, sedentary, fishermen, gardeners, marisqueadores, fishermen, gardeners, housing, Early Intermediate, iconography, Chavin Culture ceremonial centers.


EL PERÍODO LÍTICO Y FORMATIVO
EL PERIODO LÍTICO

Durante este momento el hombre se dedicará básicamente a la caza y recolección indiscriminada, las herramientas líticas que manejan hacen de la caza una actividad de mucho riesgo, por ello, van en busca de animales en desventaja. Es así, que el primer peruano presenta una economía de subsistencia, consumo o simplemente parasitaria. Las bandas constituyen la primera forma de organización humana, está compuesta por 30 ó 40 individuos liderados por el mejor cazador o el más experimentado. Al interior de la banda podemos distinguir una diferenciación sexual del trabajo ya que la mujer se dedicará a la recolección y el hombre a la caza.

Las primeras bandas de cazadores y recolectores nómadas llegaron a los Andes peruanos unos 13 mil años a.C., ósea en los últimos tiempos del gélido periodo llamado Pleistoceno Tardío. Grandes áreas andinas estaban cubiertas por el hielo y el litoral peruano era más ancho que en la actualidad. Vivían grandes mamíferos adaptados a los fríos climas de la “era del hielo”, como los mastodontes, megaterios, gliptodontes, smilodontes y paleollamas.

Aunque ya se ha descartado la existencia del llamado "hombre de Paccaicasa", los arqueólogos han encontrado restos de habitantes del Pleistoceno Tardío como los hombres de Guitarrero I (Ancash) y de Uchkumachay (Junín) que preferían la recolección y la cacería de mamíferos como venados y camélidos.



En el 10000 a.C. el clima cambió bruscamente: el frío Pleistoceno dio paso al cálido Holoceno. Este cambio climático alteró la vegetación y afectó la supervivencia de la megafauna. Los mamíferos gigantes se extinguieron gradualmente, contribuyendo a esto la actividad predatoria de nuestros antepasados, los “cazadores indiferenciados”.

En esta etapa surgen importantes talleres donde se fabricaban armas y utensilios para diferentes actividades. La propagación de los cérvidos y los camélidos andinos (llamas, vicuñas y guanacos) incentivó la cacería de estos veloces animales. Para esto se requería instrumentos líticos de mejor calidad (puntas de lanza) que se fabricaban en talleres especiales; era la época de los “cazadores especializados”, donde destacan las tradiciones líticas de Paiján (en la costa norte) y Lauricocha (en la sierra central).

Mientras tanto, en la costa era muy importante la recolección de mariscos junto a la caza de venados. Diversos grupos humanos aprovechaban los abundantes recursos de las lomas en las temporadas de fuerte nubosidad costeña. El arqueólogo Edward Lanning propone que estos mismos grupos ascendían a los pisos ecológicos serranos para cazar y recolectar en los periodos de lluvia. Estos cazadores tenían sus itinerarios y seguían lo que Lanning denomina un modelo de “Trashumancia Estacional”.
Merece mención aparte el arqueólogo Michael Moseley quien sostiene que los pescadores y cazadores costeños del Periodo Lítico no tenían la necesidad de seguir un patrón nómada pues la riqueza hidrobiologíca de nuestro mar contribuyó a una temprana “sedentarización pre-agrícola”.

El arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras explica las características socio-económicas de la “comunidad primitiva” en el Perú: “El sistema de relaciones económicas y sociales era de tipo recíproco directo, que quiere decir que se basaba en la ayuda mutua directa entre cada una de los miembros de la banda, sin depender de intermediarios. No existía la propiedad individual de los bienes de subsistencia, dado que las presas de caza requerían casi siempre la participación de varios para lograrse y porque la adquisición de alimentos estaba de alguna manera abierta a todos. Los instrumentos de caza eran susceptibles de ser producidos por todos los miembros, dado que no requerían de ninguna especialidad. Dicho de otro modo, todos los que vivían juntos eran gentes de la misma clase, aun cuando tuvieron distintas actividades según sea su edad y sexo. La vivienda era colectiva, común; normalmente era un lugar abrigado, protegido de los rigores del clima, cercano a las zonas de caza o recolecta de plantas, cuevas, abrigos rocosos, etc.”
Sobre la organización social en el Periodo Lítico, se acepta generalmente que la unidad básica era la banda. Esta era conformada por un grupo variable de personas que convivía en una cueva o en un campamento. El promedio de personas por banda sería de 30 individuos; donde predominaban las mujeres y los niños. Es lógico suponer que en zonas o temporadas difíciles para la supervivencia el grupo disminuía en número, pero en tiempos de paz y abundancia, el mismo se incrementaba fuertemente.

Se considera que en las bandas paleolíticas era común que los varones se dedicaran a la caza, mientras las mujeres aportaban con la recolección de vegetales silvestres. A esto se denomina “división sexual del trabajo”. Los hombres jóvenes y fuertes se encargaban de cazar a las bestias, para conseguir carne, lana y huesos. La gran tarea de cuidar directamente de los bebes y niños estuvo en manos de las mujeres, quienes muchas veces salían a buscar los frutos acompañados de los menores.

Es de suponer que las bandas eran endogámicas; es decir, que la reproducción se daba solamente entre los integrantes de una; sin embargo, esto sólo debió cumplirse en los grupos menores, típicamente nómades y más remotos. En el caso de los grupos cazadores y pescadores sedentarios y de creciente población (estudiados por Rick y Moseley, respectivamente) es probable que se haya practicado la exogamia, sobre todo entre las poblaciones que necesitaban complementar sus recursos a través del intercambio y protegerlos mediante alianzas.

TALLERES LÍTICOS

En los cerros que forman las márgenes de la banda derecha del río Chillón, caso en la desembocadura del mismo y frente a la casa de la hacienda Márquez, se encuentran los más antiguos vestigios de la presencia del hombre en la costa central. Se trata de un extenso sitio, situado a media falda del cerro Cucaracha, que los costeños de hace 12,000 años usaron como cantera para fabricar los utensilios que requerían para satisfacer sus necesidades de cazadores-recolectores de la edad Lítica.


En dicho sitio esos "limeños" primitivos cortaron las faldas del cerro habilitándolas como pequeñas canteras, donde trabajaron lo que podríamos llamar la primera etapa de sus rústicos utensilios y herramientas. En otras palabras, los trozos de la cuarcita del lugar eran desbastados, mediante percusión, hasta obtener una burda aproximación a la forma de los instrumentos que se pretendía lograr, cuya terminación se realizaba en los campamentos en que habitaban temporalmente los pobladores trashumantes de nuestro litoral. Cuando la "pre-forma" lograda no era satisfactoria o se rompía durante el proceso de fabricación, los restos eran arrojados en las inmediaciones de la cantera y pacientemente se iniciaba la elaboración de un nuevo instrumento. Debido a esta forma de organización del trabajo, contamos con el valioso testimonio arqueológico que constituye el taller lítico de las márgenes del Chillón.
En las faldas del cerro Cucaracha se encontraban, hasta hace poco, cientos de miles de astillas y esquirlas de cuarcita, productos del desbastado de las "pre-formas", e incontables restos de utensilios inacabados, tales como chancadores, raederas, raspadores, punzones, cuchillos y hachas de mano e inclusive puntas bifaciales y proyectiles puntiagudos, probablemente parte de armas de caza lanzadas con estólicas. El yacimiento arqueológico toma el nombre de Chivateros y sus restos han sido clasificados en cuatro complejos cuya duración abarca desde el 10,000 hasta el 7,000 a.C.
En todo caso, es seguro que los nómades pleistocénicos, que llegaron al Perú persiguiendo a la gigantesca fauna del período, eran portadores de una tecnología avanzada en la elaboración de instrumentos líticos, se agrupaban en pequeñas bandas de 20 a 25 personas y recorrían vastos territorios, albergándose temporalmente en reparos y cuevas en las alturas serranas y en rústicos campamentos en las sabanas costeñas.
El nomadismo puro de los primitivos cazadores, es decir el viajar permanentemente siguiendo las huellas de la casa mayor o buscando un clima más benigno que permitiera mejores condiciones de vida y una más cuantiosa recolección de frutos silvestres, pronto devino en un nomadismo regional (10,000 a.C), cíclico y periódico, en el que los cazadores-recolectores se movían aprovechando los beneficios que ofrecían los cambios de estación, la existencia de microclimas y la presencia de pisos y nichos ecológicos. Así, los movimientos migratorios eran tanto horizontales como verticales, de desplazamiento longitudinal y de ascensión transversal a través de la geografía peruana.
Las características antropológicas del hombre que se refugió en las cuevas serranas de Lauricocha (7,566 a.C) no debieron ser muy distintas de las que poseían los pobladores de la Costa, habida cuenta que tenían un tronco común, que su fijación en dicho medio no databa de hacía muchos años y que su economía dependía de la explotación de recursos similares o parecidos. Asimismo, sus costumbres no debían diferenciarse demasiado, pues a las razones ya expuestas habría que agregar las derivadas de un frecuente contacto, coma resultado de los anuales movimientos migratorios a los que hemos hecho referencia.
Por lo expuesto, creo posible hacerse una idea acerca del aspecto y costumbres del cazador-recolector costeño en función de los datos que conocemos del hombre de Lauricocha. Según el ingeniero Augusto Cardich los cavernícolas de Lauricocha y de la sierra central en general, "eran de cabeza alargada y alta, es decir calico-hipsicráneos, con una cara medianamente ancha y una estatura de alrededor de los 1.62 m.", y que se agrupan en pequeñas y medianas bandas que elegían un jefe que las guiara cuando las circunstancias lo exigían, escogiendo al más apto para cumplir con la tarea que la banda tenía que enfrentar. Los hombres de Lauricocha tenían ya cierta vida espiritual, pues practicaban entierros rituales; decoraban las paredes de las cuevas que habitaban con expresivos dibujos y pinturas; marcaban su paso por peñas y roquedales dejando coloridas pictografías e intrigantes petroglifos, se ornamentaban con collares de cuentas y labraban los mangos de sus herramientas con finas incisiones de carácter figurativo o abstracto.
 En cuanto a la satisfacción de sus necesidades vitales, se alimentaban de la caza y de la pesca que ofrecían los ríos y lagunas y complementaban su dieta con la recolección de frutos, tubérculos y raíces silvestres. Cazadores de megaterios, milodontes, mastodontes y paleollamas durante el Pleistoceno, a fines de este y comienzos del Holoceno, al extinguirse la megafauna los cavernícolas serranos se convirtieron en expertos y pertinaces cazadores de todo tipo de cérvidos y camélidos y, ocasionalmente, de aves y animales menores, dada la abundancia de la caza mayor. Cocinaban al fuego sus alimentos, asándolos o enterrándolos con piedras precalentadas, en versión prehistórica de la popular pachamanca; guardaban los líquidos en odres o mates de lagenarias y los calentaban sumergiendo en los recipientes piedras calientes y se vestían con pieles de animales y prendas confeccionadas con fibras y tallos de plantas lacustres, tejidos mediante el entrelazado o anillado que usaban para confeccionar esteras y redes.
La vivienda consistía, fundamentalmente, en reparos, refugios y cavernas naturales, que completaban, acondicionaban y defendían mediante la construcción de rústicos accesos, muros divisorios y perforaciones ventilatorias. Dichos alojamientos, que ocupaban la mayor parte del tiempo, se alternaban, durante sus incursiones a la costa, con los campamentos levantados en las lomas o playas, basándose en tiendas rudimentarias forradas con pieles o albergues construidos con livianos troncos, cañas y esteras.
Así, las mujeres integrantes de la banda, mientras los hombres estaban ausentes dedicados a la caza, se familiarizaron profundamente con la flora que explotaban y pronto conocieron su ciclo de vida y los requisitos y cuidados que necesitaban para producir abundantes cosechas. De ahí a reproducir en pequeña escala el fenómeno observado no había más que un paso el que, al parecer, se dio muy tempranamente en el Perú.
En efecto, en las grutas de Guitarreros, en el Callejón de Huaylas, se han encontrado restos de leguminosas que habían sido cultivadas 6,000 años a.C y que, por tanto, acreditan que el Antiguo Perú fue uno de los seis focos irradiadores de la agricultura mundial, junto con China, India, Mesopotamia, Egipto y México.
La domesticación de algunas plantas, especialmente leguminosas, lagenarias y cucurbitáceas, influyó grandemente en los hábitos de vida de los primitivos cazadores-recolectores, pues contribuyó a sedentarizarlos convirtiéndolos en Horticultores seminómadas que alternaban el cultivo de la pequeña huerta, en la que ensayaban una agricultura incipiente, con las excursiones de caza y de recolección de los productos agrícolas que no cultivaban. Debido a ello, las bandas permanecían estacionarias hasta que cosechaban lo que habían sembrado, deteniéndose por períodos que variaban entre tres, seis y hasta doce meses. Esta situación obligó a los horticultores seminómadas a construir viviendas más duraderas y de adoptar formas de organización social hasta bastante más complejas que las que habían practicado hasta entonces.
 En la costa el proceso de sedentarización se debió, más que al fenómeno descrito, a la extraordinaria fuente de alimentación que constituía el mar, que generosamente proporcionaba, permanentemente, moluscos, crustáceos, peces y hasta ballenas, además de lobos marinos y una ingente variedad de aves.
Naturalmente, la facilidad con que se podían explotar los inagotables recursos que ofrecía el litoral marítimo aceleró el proceso de sedentarización de los nómades costeños, quienes de cazadores-recolectores de especies continentales se convirtieron, primeramente, en marisqueadores y cazadores de lobos marinos y luego en pescadores-horticultores que alternaban la instalación de sus campamentos entre el litoral y las cercanas lomas.
Sus viviendas estaban hechas con huesos de ballena o cachalote, varas de mimbre, cañas, carrizos, junco, totora y gramalote y asumían la forma de carpas cónicas o de cobertizos construidos por una excavación poco profunda, algunas bajas paredes corta vientos y una ramada para protegerse de los rayos solares. Lo precario de dichas construcciones y lo perecedero de sus elementos, ha determinado la desaparición de casi todos los campamentos de los seminómadas de la costa central.
Afortunadamente, se han podido localizar varios de ellos en los alrededores de Ancón, lugar donde habitaron, 6,000 años a.C, varias comunidades que prácticamente habían abandonado la caza de especies terrestres para dedicarse principalmente a la explotación de los recursos marinos. Del estudio de los basurales arqueológicos que atestiguan su presencia en la zona se desprende que estos primitivos habitantes de la Comarca de Lima no sólo recolectaban toda clase de frutos de mar, sino que también practicaban la pesca hacienda uso de anzuelos de conchas, cazaban focas y lobos marinos valiéndose de armas provistas de puntas lanceoladas y aprovechaban, ocasionalmente, los despojos de las ballenas y cachalotes varados por las bravezas marinas. Como horticultores cultivaban camotes, calabazas y pallares, que frecuentemente trituraban haciendo uso de batanes y morteros de piedra.

PERIODO FORMATIVO

Su cronología, fue después del Periodo Inicial y antes del periodo Intermedio Temprano.

En este período, toda la iconografía religiosa que se desarrolló en las sociedades que construyeron los templos en "U", conocidas como las sociedades de Cupisnique en la costa del norte y la sierra norte, se condensa en una nueva tradición en los Andes Centrales produciendo un primer "horizonte estilístico" (un horizonte es un período de la homogeneidad estilística regional; habrán dos más en la prehistoria andina en las cuales la dominación política es parte de la definición). El centro principal para la irradiación de la iconografía religiosa del felino parece haber sido Chavín de Huantár, en la sierra central. En su apogeo hacia 600 a.C., en un momento en que los centros monumentales grandes de la costa del norte se reducen mucho de tamaño, Chavín parece atraer rituales y ofrendas de cerámica de muchas regiones de los Andes, reflejando su calidad de sitio de peregrinaje.

Se sugiere que las sociedades del Periodo Formativo representan la etapa final de la evolución social y política antes del advenimiento de sociedades estatales tempranas en el próximo periodo. Mientras que las sociedades Formativas no serán sociedades grandes y complejas, ni controlan territorios grandes, las implicaciones de la difusión de cultos religiosos a través de los Andes tienen consecuencias importantes para el comercio y el intercambio, creando estrechas relaciones entre las poblaciones de diversas regiones.
El desarrollo tecnológico alcanzó un gran esplendor con el surgimiento de la alfarería, textilería, metalurgia y agricultura de riego. Esta tecnología se sustentaba en la integración de las regiones sobre la base de una eficiente ideología religiosa.

Aparecen las primeras altas culturas peruanas
Se extiende a lo largo del primer milenio antes de nuestra era y se considera el primer periodo en que tribus y pueblos distintos compartieron unas creencias religiosas semejantes, el culto a un dios jaguar a cuya imagen se asocia también la serpiente y el águila y criaturas mezcla de hombre y uno de estos animales. Estas creencias se plasmaron en una iconografía y un estilo comunes. En cualquier caso no se trató de una cultura homogénea ni mucho menos de un imperio político unitario.
Por tratarse de características propias de la cultura Chavín originalmente, este periodo es llamado también Horizonte Chavín.

Características del formativo andino peruano
Se producen importantes cambios en los pueblos que habitan la zona peruana, gracias sobre todo a la aparición de la agricultura, aunque estas culturas aún no han logrado desarrollar la cerámica. Ya se ha señalado, por otro lado, que los vestigios de cerámica más antiguos que se han encontrado hasta el momento corresponden al año 1250, aproximadamente, y se han localizado en la costa norte de Perú.
De este modo, puede decirse que el período formativo queda inaugurado con estos hallazgos, pues durante los últimos siglos del segundo milenio antes de nuestra era nacen las altas culturas andinas. A pesar, claro está, de las múltiples diferencias que se dieron entre los numerosos pueblos que conforman este gran conglomerado que ha sido denominado "culturas andinas", diferencias debidas a la distancia y a las barreras geográficas que impone una cordillera como la de los Andes, se pueden señalar varias características comunes. Por ejemplo, estos pueblos se caracterizan por poseer una agricultura y una cerámica desarrollada, centros comerciales y arquitectura habitacional, pero no hay evidencia de centros urbanos o ciudades propiamente dichas. También se caracteriza este período por su metalurgia y el descubrimiento del bronce, y por el cultivo del maíz y de la patata.

El Periodo Formativo corresponde a la gran expansión de Chavín hasta Ayacucho e Ica por el Sur y hasta cerca del Ecuador por el Norte.
En esta etapa hay dos acontecimientos reseñables:
* Se produjo el asentamiento definitivo del Sistema Agrícola (mejoramiento de las técnicas agrícolas).
* Se construyeron los más importantes Centros Ceremoniales, que refleja la gran importancia que tuvo en esta época la religión controlada por una elite de especialistas que monopolizan el conocimiento en favor de sus intereses. El más importante fue Chavín de Huantár.

Clasificación del Formativo
Formativo andino Se caracteriza por el inicio del arte alfarero, de la orfebrería y el tejido a telar. También por la construcción de centros ceremoniales "en forma de U", la difusión del maíz y la ingeniería hidráulica.

Formativo inferior o Inicial:
Existieron grandes centros ceremoniales: Sechín, Pacopampa, Kunturwasi, etc. Se caracterizó por el surgimiento de los templos pre-Chavín donde ya se adoraba al dios Jaguar.

Formativo medio: Chavín (Primer horizonte andino Durante el Formativo Medio o Síntesis) se desarrolló Chavín, la primera cultura pan-peruana.

Formativo Superior, Final o de Transición: Descomposición del estado Chavín y aparición de culturas puente regionales: Paracas, Vicus, Pukara, Salinar y Virú.

La cultura Chavín fue contemporánea a esas culturas y como ellas tuvo un alcance local .La diferencia consiste en que chavín alcanzo un notable desarrollo cultural de expansión pan-andina y por eso se le denomina primer horizonte u horizonte temprano, pero la expansión y hegemonía de chavín como su notable influencia cultural se dio en el formativo medio


BIBLIOGRAFÍA: